domingo, 10 de mayo de 2015

2. Cazuela de pescado con almejas



Está por demás insistir en las excelencias de este sencillo y exquisito plato. El detalle de las almejas no es sólo por el buen sabor que dan sino, también, porque abiertas como quedan por los efectos del calor no hacen otra cosa que aplaudir al que por primera vez tuvo la feliz idea de hacer este guiso.

Hubo un tiempo, mientras fueron baratas, que las almejas no gozaron de muy buena prensa. Prueba de ello son las palabras de Covarrubias quien, a principios del siglo XVII, decía  textualmente: "La almeja es una conchuela pequeña, comida de gente pobre y que provoca la lujuria." Ahora, para avivar la lujuria hay algunos que acuden, porque su economía se lo permite, a un bivalvo más caro: la ostra.

Juan Cepas nos recuerda que al barrio de la Victoria de Málaga se le conocía con el sobrenombre de Chupa y tira, aludiendo a las almejas, alimento entonces muy barato y muy usado en las comidas de la clase media. Gustavo García-Herrera rememora la antigua estampa callejera de la vendedora de almejas: "¿No oíste nunca, por el antiguo mercadillo de Dos Aceras, cómo una minúscula vieja, reseca, de ojuelos pistañosos, con pañuelo negro a la cabeza, llevando al brazo un cesto de caña repleto de almejas, con voz aguda y destemplada, hacía oír su pregón? ¡¡Niñas..., las armejas!!

A la sopa malagueña por excelencia, el gazpachuelo, las almejas le dan un sabor concluyente e inigualable. Hay un plato popular, barato, que gusta a grandes y a chicos, y al que estos bivalvos sirven de soporte exquisito: son las papas fritas con almejas.

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