A fuer de
sincero hemos de reconocer que la construcción leche frita (dicha con entonación exclamativa, ¡leche frita!) parece puede recordarnos el exabrupto o salida de
tono vociferado por alguien muy enfadado o que, simplemente, ha perdido la
paciencia. No sería la primera vez que la palabra ¡leche! es utilizada para
expresar que se tiene un humor de mala ídem.
En este
caso hemos de comentar que trata del nombre de un postre exquisito en el que su
ingrediente principal, la leche, termina frita en una sartén de aceite
hirviendo. Incluso el diccionario, tan reacio a dar recetas que aclaren los
vocablos gastronómicos, hace una excepción y transcribe el proceso básico de la
elaboración de la leche frita: "Masa espesa, hecha con harina cocida con
leche, que, después de fría, se parte en trozos cuadrados, y rebozada en harina
y huevo, se fríe."
Esta
presunta flor de sartén tiene todas las trazas de no ser creación andaluza,
pues más bien parece oriunda de tierras leonesas. Una de las más antiguas
recetas que hemos encontrado la localiza en Palencia, pero no se ha de entrar
en polémicas ni obsesionarse con tiquismiquis de tuya o mía: las fronteras
gastronómicas son imposibles de fijar y hablar de gastronomía malagueña o
andaluza es ponerle puertas al tiempo y al gusto.